Incendio.

Las velas, se apagan con los suspiros,
esos que se escapan con el calor, que sube sin censura nocturna
esa que se desconoce, por prudencia... 
pero se busca en la mirada, en el destino sugestivo
ese que le llamo, ese que le busco...
en la juventud de la noche, basándonos en la eternidad,
recuerdos se viven en el instante, y en el instante se gozan 
una pequeña luz, da vida a las sombras, 
danzando a lo largo del lugar, formando figuras... 
formas naturales, deseables formas, en este místico lugar.

Una de las sombras se acerca, se une a nosotros
me toma de la mano, te mira a los ojos... fijamente 
el oxigeno se vuelve escaso, pidiendo el tuyo... lo compartes conmigo
el saxofón, suena... cierro los ojos, me seduce
lo imito; para causar el mismo efecto en ti, las manos;
las manos, se mueven por si solas, no necesitan brújula, ni traductor 
todo es tan normal, sublime a la vez... 
 esa pequeña luz, que observa, se fija en tu mirada
me muestra tus ojos, y no tienen presencia... se pierden en otro mundo creado
en esa misma noche, esa irrepetible, repetible noche, 
todo sucede tan diferente, pero es familiar a la vez
pero la práctica, el ensayo y error, hace que cada vez, el tacto 
haga mejor su parte, se vive, se disfruta de tantas maneras,
se le aplaude por, su creciente habilidad,
las velas; se apagaron, pero la noche... pero tu cuerpo, prendió en llamas
y me queme en ti... esa noche,
como todas las noches que están por seguir.